La inmigración italiana en Argentina es un hecho trascendental en el desarrollo de nuestro país. Al cabo de analizar la historia argentina descubrimos que este movimiento migratorio, fundamental para el crecimiento de nuestra población, sólo es superado por la inmigración española de la época anterior a la República y, sin embargo, hoy en día la comunidad italiana es la más numerosa en el país.
No se equivocaba entonces el maestro Jorge Luis Borges cuando afirmaba que “el argentino es un italiano que habla español”.
Indice
¿Cuántos inmigrantes italianos hay en Argentina?
Según estudios recientes, unos 30 millones de argentinos aproximadamente (entre el 65% y el 70% de la población) son italianos o tienen algún pariente italiano en su árbol genealógico. De estos últimos, una gran mayoría puede tramitar la ciudadanía italiana.
Nuevamente vale la pena citar otra frase de Borges en la que expresaba sus sentimientos: “A veces me siento extranjero en Buenos Aires, porque no tengo sangre italiana”.
Corrientes migratorias italianas
Si bien los historiadores reconocen tres períodos de importancia en el flujo migratorio italiano hacia la Argentina, aquí lo desarrollaremos por completo.
Etapa Preliminar (1586-1853)
Durante este período la llegada de italianos al Río de la Plata no tuvo gran incidencia. En parte por la prohibición de extranjeros que la legislación española de Indias imponía en las colonias, con la sola excepción de que se demostrara residencia previa en España.
Sin embargo, si analizamos un plano original de 1583 existente en Archivo General de Indias, Leg.125.5, es factible observar la presencia de italianos entre los poseedores de los primeros solares que otorgó Juan de Garay al fundar Buenos Aires (Pantaleone Franco, Sebastiano Bello, Lázaro Gribeo, Pietro Franco y Bernabé Beneciano (o Veneziano). Erceo Bello y Stefano Bello (posiblemente hijos del primero) comparten una media manzana, lo mismo que a un tal Franco Pedro Teane, Anco C. Cozza, un tal Coxxo (Cozzo) y otro Gribeo.
Entre los italianos genoveses destaca la figura de Domenico Belgrano Peri, padre de nuestro prócer, un comerciante que nació en Oneglia, Liguria, y que arribó en 1753 a Argentina luego de residir en Cádiz cuatro años.
Por otra parte, cabe destacar que de la Junta de Mayo de 1810 participaron hijos de italianos como Belgrano, Alberti, Berutti, Castelli y Campana.
Los registros del Archivo General de la Nación para el año 1821 reflejan que ese año no ingresó ningún italiano en el Río de la Plata, y se mencionan 29 para 1822 (Libro de entradas de pasajeros, T.X. 36-8 a 36-8-30.)
En este período es importante destacar la primera iniciativa argentina para atraer inmigrantes al Río de la Plata, la cual tuvo lugar durante el gobierno de Bernardino Rivadavia, primer presidente argentino, en 1824 cuando dispuso crear una “Comisión de Inmigración”.
A pesar de ello, la inmigración italiana que arribó después de la Revolución de Mayo fue escasa y de poca injerencia a nivel político y militar. Se trató principalmente de marineros y capitanes de barco desertores, pequeños comerciantes lígures que escapaban de la crisis comercial de los puertos de la Liguria y por los exiliados políticos de las fracasadas revoluciones liberales (1820/21-1848/49) del período del Risorgimento Italiano (proceso de construcción del estado nacional italiano).
Esta etapa dará comienzo al primer flujo migratorio italiano de importancia en Argentina bajo el lema de Juan Bautista Alberdi “gobernar es poblar”.
La gran Oleada (1854-1914)
Este período representa el 60 % del total de toda la inmigración italiana a Argentina, compuesto principalmente por campesinos norteños, originarios de regiones como Piamonte, Liguria, Véneto, Friuli-Venecia Julia y Lombardía. Según los informes de la Dirección de Migraciones, entre 1857 y 1899, llegaron 1.100.000 italianos, y permanecieron finalmente 650.000 en la Argentina.
En 1857 se inauguró el ferrocarril en Argentina y gracias a la posterior expansión de la red ferroviaria muchos inmigrantes italianos empezaron a radicarse en el interior, insertándose como jornaleros o como propietarios en las colonias dedicadas a las tareas agrícolas.
El proceso de fundación de Colonias Agrícolas por parte de los expatriados italianos que tuvo su inicio con la Colonia Esperanza seguirá a lo largo de todo el período, principalmente en el triángulo triángulo que conforman Santa Fe, este de Córdoba y norte de Buenos Aires. Para 1906 se contabilizan en esa zona unas 340 colonias y 190 campos colonizados.
En vista de regular los flujos migratorios, en 1878, durante la presidencia de Avellaneda se sancionó la Ley de Inmigración. Entre algunas medidas adoptadas también se dispuso que una vez arribados a Argentina, los inmigrantes fueran hospedados en el Hotel de Inmigrantes” Buenos Aires, donde les darían una ración de comida durante cinco días, dormirían en amplios salones diferenciados por sexo y recibiría curaciones de si se enfermaban.
Fue tal la magnitud de inmigrantes italianos que se asentaron que en 1887, del total de habitantes de la ciudad de Buenos Aires (433.375), el 38% de los varones y el 25% de las mujeres eran italianos. Hasta Carlos Enrique José Pellegrini, décimo primer presidente de la Nación Argentina, tenía filiación itálica, aunque hay quienes establecen que, antes de él, corresponde mencionar al Bartolomé Mitre por su origen veneciano por parte de su padre.
Esta circunstancia también se vio reflejada en el censo de 1895, el cual arrojó como resultado que el 49% de la población en Buenos Aires era de origen itálico.
El Puerto de Génova fue un puente importante desde donde desembarcaban innumerables barcos que arribarían a América. Por lo general quienes vinieron en esta época eran hombres solos, que dejaban atrás a las familias, aunque tampoco fueron pocos los casos de matrimonios que dejaban a sus hijos pequeños al cuidado de los abuelos, para traerlos cuando «hicieran la América», lo que no sucedía con tanta rapidez como pensaban, si es que ocurría.
Durante la segunda presidencia de Roca (1898-1904) el ingreso de extranjeros llegó a un promedio de casi 100.000 por año. La inmigración se estaba transformando en un desastre social, y las ideas nacionalistas y raciales empezaron a aflorar en algunos estratos de la sociedad argentina.
Si bien Argentina era uno de los países de mayor nivel de vida del mundo, internamente los problemas de distribución de la riqueza eran muy agudos y convivían la miseria y la riqueza en las ciudades.
En 1902 hubo un gran éxodo de italianos q partieron desde el puerto de Buenos Aires de regreso a Italia. Algunos contra su voluntad, deportados conforme la Ley de Residencia de 1902 volvieron a Italia en los barcos Duca di Galliera y Citta di Torino. Otros voluntariamente, retornaban a sus orígenes a disfrutar del éxito obtenido en la Argentina o abatidos por no haber conseguido lo que vinieron a buscar.
Pese a ello, entre 1900 y 1920 desembarcaron otros 1.200.000 italianos, de los que permanecieron 450.000 en el país, cifra que a su vez quedó reflejada en el censo de 1914 con un 40% de habitantes con ascendencia italiana en la ciudad de Buenos Aires.
Finalmente, en 1910, durante la presidencia de Roque Sáenz Peña se aprobó La Ley Sáenz Peña, una ley electoral que concedía el sufragio secreto y universal y les otorgaba a los inmigrantes la ciudadanía argentina de pleno derecho. A partir de ese momento, la comunidad italiana en Argentina empezó a participar en las elecciones políticas del país.
Período de entre guerras (1920-1945)
A pesar de que durante la primera contienda, numerosos italianos regresaron a su país, para colaborar con su madre patria, entre 1921 y 1947, fueron 850.000 los italianos que arribaron a la Argentina de los cuales 455.000 se quedaron.
La corriente migratoria se renovó con similares características en cuanto a la procedencia rural de la mayoría de sus integrantes aunque esta vez la mayoría provenía del mezzogiorno.
El ascenso de Mussolini obligó a exiliarse, primero, a quienes eran opositores al régimen y luego con la leyes raciales, a los judíos italianos. Sin embargo, las restricciones a la emigración ultramarina impuestas por el gobierno italiano y las restricciones del gobierno Argentino tras la crisis del ’30 impidieron que la inmigración de este período alcanzase el mismo nivel cuantitativo que el período anterior.
Período de posguerra (1946-1960)
Este tercer período coincidió con las voluntades conjuntas de los gobiernos argentino e italiano de entablar acuerdos bilaterales para programar el flujo migratorio. Entre 1947 y 1954 llegaron al país alrededor de 500.000 italianos; de los cuales un 75% fijó residencia en la Capital Federal y el Gran Buenos Aires.
La Argentina se encontraba nuevamente frente a una etapa de fuerte crecimiento de su economía, con un plan de expansión acelerada de la industria nacional promovido por el Estado y destinado al consumo interno. En ese sentido, frente a la necesidad de contar con una mano de obra calificada, principalmente de obreros especializados y técnicos, el régimen peronista veía con buenos ojos la llegada de inmigrantes italianos, por un lado por sus férreos valores sociales y dedicación al trabajo, y por otro porque garantizaban una segura fe anticomunista, católica y familiar. Y quizás también por el origen italiano del presidente Juan Domingo Perón.
En el caso de Italia, el período de post-guerra fue una etapa de alto de desocupación y un agravamiento de los conflictos políticos y sociales. De esta manera, la reimplantación de los derechos que el fascismo había cancelado sumado a la amigable recepción argentina, permitieron que una gran masa de ciudadanos italianos desocupados arribaran a nuestro país para escapar del hambre y de la conflictividad político-social.
A partir de 1955, producto del deterioro de la economía nacional, y de la disminución de la demanda de mano de obra y de la creciente inflación que imposibilitaba remitir los ahorros al país de origen, la corriente migratoria italiana se reorientó hacia nuevos destinos (Estados Unidos, Venezuela y Australia).
En 1960 se puede considerar cerrado definitivamente el ciclo migratorio italiano hacia la República Argentina. Al concluir esta última fase inmigratoria, el Censo Argentino de 1960 aportaba los siguientes datos: extranjeros europeos: 2.000.000 (un 10% de la población total). Los italianos seguían siendo mayoritarios: 44% del total, seguido de los españoles: 36% y de los polacos: 5%.
Por otro lado, un censo que por realizó por aquellos años el Ministero degli Affari Esteri, y que mostraba los italianos residentes que nunca abandonaron la ciudadanía de origen, indicaba que para 1964 eran 1.283.000, de los cuales 425.000 residían en Buenos Aires, 400.000 en La Plata, 270.000 en Rosario, 150.000 en Córdoba, 38.000 en Mendoza. Es decir, el 6% de la población total y el 42% del total de extranjeros.
Como dato de color de la importancia que por aquellos años tenía la comunidad de italianos en Argentina, vale destacar que durante la década del sesenta tres de los cuatro presidentes argentinos eran descendientes de italianos: Arturo Frondizi, José María Guido y Arturo Illia, y el primero de estos visitó Italia en 1960. A su vez, dos presidentes italianos visitarán la Argentina en esa época: Giovanni Gronchi en 1961, Giuseppe Saragat en 1965.
En cuanto a los acontecimientos de años posteriores sólo vale mencionar la visita del presidente italiano Sandro Pertini en 1984.
Siglo XXI
En cuanto a los acontecimientos migratorios de este siglo, cabe mencionar que a principios de este siglo, el 71% de quienes solicitaban la ciudadanía italiana eran bisnietos.
La magnitud de la corriente migratoria italiana en Argentina quedó expuesta en los distintos informes que se elaboraron a lo largo de estos últimos años. Así, del relevamiento realizado por el Departamento del Interior y Ordenación del Territorio de Italia en el año 2008 se desprende que en Argentina residía la mayor comunidad de italianos en el exterior.
A su vez, en el último censo argentino (2010) se registró que vivían en territorio argentino unas 147.499 personas nacidas en Italia, lo que mantenía a los inmigrantes italianos como la mayor inmigración europea, representando el 49,26 % de los nacidos en Europa, y el 8,17 % de los habitantes de Argentina nacidos en el extranjero, quedando en el quinto lugar después de los inmigrantes paraguayos, bolivianos, chilenos y peruanos.
Por otro lado, según la Dirección de Migraciones, en los últimos 10 años, un promedio de 1000 italianos por año se radicaron en la Argentina. Esta información marca un piso mínimo para quienes analizan el flujo migratorio con los datos estadísticos que provee la oficina de registro de los italianos expatriados (AIRE) del que surge que el número sería mayor teniendo en consideración que mucho de los inmigrantes no informan el nuevo domicilio al Consulado italiano al cambiar la residencia.
Asimismo, una encuesta realizada hace algunos años (2015/2016) por el Laboratorio di Idee Italia-Argentina (LIA), reflejaba que Argentina se encontraba entre uno de los primeros cinco destinos elegido por los italianos a la hora de emigrar.
Finalmente, con motivo del referéndum constitucional de Italia de 2016 pudo establecerse que Argentina ocupa el primer puesto como país con más inmigrantes italianos en el mundo, de los cuales 673.238 ciudadanos están habilitados para votar.
Es de destacar que según la Dirección Nacional de Migraciones, en 150 años la República Argentina recibió a 5.000.000 de inmigrantes de los cuales 1.400.000 eran italianos.
Razones para emigrar
Como hemos visto, los italianos dejaban su país principalmente por motivos económicos y socioculturales aunque también hubo razones políticas y demográficas.
Sin embargo, podemos enumerar como principales razones de la inmigración italiana las siguientes causas:
- El atraso económico y el empobrecimiento de la península italiana luego de la retirada de Napoleón (1815).
- La epidemia del cólera (entre 1835-1885).
- La guerras civiles que asolaron Italia desde el motín de Nola (Nápoles, 1820), la de la independencia italiana (1848), hasta la unificación italiana (1861).
- La pérdida de empleos frente a la industrialización del país.
- La presión demográfica por la mejora de la calidad de vida y la disminución de la mortalidad infantil lo que llevó a la disminución de terrenos disponibles para el cultivo.
- Persecuciones políticas que obligaban al exilio.
- La participación de Italia en las dos guerras mundiales del siglo XX.
- Leyes raciales durante la dictadura fascista de Mussolini.
- La inconformidad de los ciudadanos, en especial de los estratos más humildes, frente a los cambios económicos, sociales y demográficos.
De dónde vinieron los inmigrantes italianos?
En una primera etapa los inmigrantes italianos eran campesinos del norte de Italia, principalmente de las regiones de Piamonte, Liguria, Lombardía, Friuli-Venecia Julia y Véneto. Muchos de ellos se asentaron en el barrio de La Boca en Buenos Aires, y en las colonias agrícolas de Córdoba, Entre Ríos, Santa Fe y Mendoza.
Durante el siglo XX, la mayor parte de quienes arribaron eran del sur de Italia y huían del hambre, destacándose las regiones de Campania, Calabria y Sicilia.
Pueden consultarse los registros de inmigración del Museo del Inmigrante con datos de los inmigrantes italianos que llegaron a Argentina, o el buscador del CEMLA para conocer en que barco vino el abuelo. También existen listados de apellidos italianos que dan claridad acerca del origen de nuestro avo.
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